Plantar árboles nativos es importante porque se adaptan mejor a las condiciones climáticas, tienen mayor resistencia a la incidencia de plagas y enfermedades, además del gran valor cultural e histórico.
Este tipo de plantas regulan el microclima de un área determinada y son refugio y hábitat de otras especies animales y vegetales que crecen bajo su influencia. Además, protegen al suelo de la erosión, mejoran su permeabilidad, aportan materia orgánica, mantienen su humedad y favorecen el desarrollo de microorganismos.
Plantarlos en las ciudades cuenta con la ventaja extra de tener un sistema de raíces que provocan menos perjuicios en veredas.
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